¿Cuáles son ejemplos de “áreas grises” relacionados al abuso de confianza?
1. Utilizar publicidad ambigua o incompleta es un ejemplo común de abuso de confianza realizado por las empresas donde los más afectados son los clientes/consumidores.
Estos casos suelen suceder mayormente en ofertas o promociones, cuyo mensaje no dice todo o no lo dice claramente. Estos mensajes son legales, pues la empresa no está mintiendo y – legalmente – dice lo que está obligada a decir. De esta manera, las empresas encuentran agujeros legales para incrementar los beneficios de sus ofertas.
Por otro lado, los clientes confían en los mensajes, confían en que lo que entienden es todo lo que necesitan saber y sólo cuando llegan al establecimiento mismo se enteran del resto de la promoción: que para acceder a la rebaja debe tener puntos acumulados, que la promoción no incluye porciones del tamaño normal sino unas versiones increíblemente reducidas, que la tasa de interés reducida se percibe sólo si se adquiere otro producto bancario a crédito, etc. Hasta en los medios de comunicación se encuentran mensajes insinuantes que usan el infinitivo para no comprometer su reputación en cuanto a veracidad (“habría colaborado”, “habría sido supuesto cómplice”, “habría dicho que… ”).
Este tipo de mensajes no es ilegal según nuestras leyes, sin embargo no son éticos ya que las empresas afectan a sus grupos de interés, quienes confían en la veracidad de estas.
- Los despidos masivos sin previo aviso son otro ejemplo de abuso de confianza, pero en este caso los más afectados son los trabajadores de la empresa.
Un caso explícito al respecto es el siguiente:
“El Hotel Mindanao era una empresa familiar que llevaba funcionando desde el año 1967. Este hotel tenía cinco estrellas y un amplio prestigio dentro del sector. Estaba ubicado en Madrid. Su plantilla tenía una amplia experiencia porque la mayoría llevaba trabajando entre 20 y 35 años. El 98% de los trabajadores con una media de edad de 55 años estaban afiliados a UGT y CCOO (sindicatos nacionales).
En el año 2001 el Hotel es vendido al Banco Pastor. El nuevo propietario cierra el hotel con la excusa de realizar unas reformas para modernizar sus instalaciones. Los trabajadores creyeron la palabra del nuevo propietario y firmaron un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) de veinte meses.
El Banco Pastor, principal culpable de todo el asunto, no realiza la reforma acordada y vende el hotel a la constructora Nozar para que construya apartamentos de lujo. Por otro parte, vende a los trabajadores, como si fueran una mercancía, a la cadena de hoteles Hesperia.
Toda esta maniobra especulativa, digna de un trilero, se orquesta a espaldas de los trabajadores, que se enteran por la prensa. Esta situación deja a los banqueros con los bolsillos llenos y a los trabajadores en una situación sumamente precaria.
A los trabajadores se les ofrece la recolocación fuera de Madrid, en los hoteles de la cadena Hesperia de Galicia. Los trabajadores no pueden aceptar tal oferta porque todos tienen su núcleo familiar en Madrid y un traslado como ese les supondría un grave perjuicio. En mayo se les hace una oferta de cuarenta días y el período de paro agotado; a la semana de este ofrecimiento la empresa lo retira y rompe las negociaciones.”
El caso anterior nos deja ver claramente dos puntos importantes: primero, que la mayoría de trabajadores de cualquier empresa depositan en ella la seguridad y estabilidad de su economía familiar, pues es lo que esperan a cambio de la dedicación de su tiempo y esfuerzo para el logro de objetivos y rentabilidad organizacional. Segundo, que -en reciprocidad- la empresa se compromete a darles un pago justo por su trabajo, seguridad, protección y otros beneficios determinados por ley. Sin embargo, las empresas no siempre se hacen responsables de la seguridad y protección que le deben a sus trabajadores y se limitan a cumplir con lo estrictamente legal, causando daño no solo a sus trabajadores, sino a su familia, a los sindicatos, al gobierno, al poder judicial y, en suma, a la sociedad.
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